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Cómo guardar un parapente moderno para que dure más (y vuele mejor)

En un deporte donde mil pequeños detalles separan un vuelo “correcto” de uno memorable, el cuidado del material es un capítulo que rara vez acapara titulares. Sin embargo, la vida útil y el rendimiento de un parapente moderno dependen en gran medida de cómo se guarda entre vuelo y vuelo. Hablamos de tejidos con recubrimientos técnicos, varillas en el borde de ataque, líneas de alta tenacidad y costuras que trabajan a tolerancias milimétricas. La buena noticia es que un puñado de hábitos sencillos basta para conservar geometrías, proteger porosidad y evitar sorpresas en despegue.

Seco, a la sombra y sin prisas

La humedad es el enemigo silencioso. Nunca guarde el ala mojada o con rocío: la combinación de agua y calor acelera la hidrólisis de los recubrimientos y favorece hongos y malos olores. Tras un vuelo costero, sacuda la arena y, si hay salitre, pase un enjuague suave con agua dulce y deje secar a la sombra, en un lugar aireado, sin exponer el tejido al sol directo. La radiación ultravioleta degrada fibras y recubrimientos con rapidez; secar al sol “cinco minutos” puede convertirse en una mala costumbre cara.

Ambiente de reposo: fresco, seco y limpio

Para almacenamiento, piense en un armario más que en un garaje. Temperatura moderada (ideal 10–20 °C), humedad contenida (mejor por debajo del 60 %) y ausencia de vapores químicos. Evite trasteros con combustibles, pinturas o baterías en carga; algunos compuestos orgánicos volátiles y el ozono aceleran el envejecimiento de los polímeros. Si el clima es húmedo, un desecante dentro del cuarto —no en contacto directo con el ala— ayuda, pero no sustituye a la ventilación regular.

Plegado: concertina y respeto al borde de ataque

La mayoría de alas actuales integran varillas en el borde de ataque (plástico técnico o, en algunos modelos, nitinol). Esas varillas definen la entrada de aire y la forma del perfil: doblarlas de forma agresiva acorta su vida. La técnica recomendada es el plegado tipo concertina (acordeón), alineando costillas una sobre otra, desde el centro hacia los tip. Con eso, el borde de ataque queda recto, sin “pinzamientos” que marquen el tejido. Evite enrollar el ala desde un extremo o “hacer un churro” sin ordenar las bocas: a la larga aparecen micropliegues que afectan el inflado y el planeo.

El empaquetado ideal combina concertina con una bolsa tipo “sausage” o “concertina bag”, que sujeta el borde de ataque y evita torsiones. No comprima en exceso: la compresión prolongada machaca el recubrimiento y deja marcas difíciles de revertir. Reserve la bolsa de compresión ultracompacta para portear en montaña, y libere a la vela en cuanto llegue a casa.

Cuidado con los materiales vecinos

Los enemigos del tejido se camuflan en los detalles. El velcro agrede el ripstop; cierre siempre las solapas de velcro de la bolsa antes de meter el ala. Mantenga maillones, mosquetones y hebillas lejos del paño al guardar: el roce y las aristas pueden marcar costillas o nariz. Si transporta el parapente junto al arnés, procure que ninguna parte metálica presione siempre el mismo punto.

Líneas y suspentaje: sin nudos y sin tensión

Antes de cerrar la bolsa, deje las líneas relajadas y ordenadas. Evite almacenar con nudos improvisados o con risers tirantes; la memoria del material existe y los nudos “olvidados” generan acortamientos o puntos de fatiga. Lo más práctico es hacer una S amplia con los mazos, colocar los elevadores en su funda y, si su bolsa la incluye, usar la banda elástica ancha que sujeta el conjunto sin estrangularlo.

Limpieza: menos es más

No lave el parapente con detergentes ni cepillos duros. Si hay barro seco, primero suavice con aire y un paño blando; si persisten manchas, use agua dulce y templada, sin frotar agresivamente. Los disolventes, repelentes de insectos y sprays “milagro” son atajos que se pagan caros: alteran el recubrimiento, comprometen la porosidad y, en el peor caso, las costuras. Para el interior de cajones, bastan sacudidas suaves y, de vez en cuando, un soplado con aire frío a baja presión.

Almacenamiento a corto y a largo plazo

Entre vuelos cercanos (dentro de la semana), puede dejar el parapente en su concertina bag ligeramente holgado y en horizontal, evitando pesos encima. Para parones largos (fin de temporada, lesiones, mal tiempo prolongado), pase el ala a una bolsa amplia y transpirable, plegada en concertina pero sin compresión. Guárdela en estantería, no en el suelo, lejos de luz y humedad. Una revisión visual mensual —busque condensación, olores, señales de moho o roces— evitará sorpresas.

Qué no hacer nunca

No deje el parapente dentro del coche al sol. Las temperaturas en un maletero superan con facilidad los 60 °C; a esa cota, los recubrimientos sufren y las varillas pueden deformarse. No lo guarde mojado “sólo por esta vez”. No lo cuelgue por las bocas ni lo pliegue con dobleces forzadas en la nariz. No almacene junto a repelentes contra roedores o naftalina dentro de la bolsa: los vapores químicos dañan el textil. Si necesita protección contra plagas, hágalo a nivel de la estancia, nunca en contacto con el ala.

Contexto costero, montaña y vuelo térmico

En costa, la sal es un catalizador de desgaste: enjuague con agua dulce cuando sea necesario y no subestime la arena, que actúa como lija microscópica si se comprime dentro de la bolsa. En montaña, evite plegar sobre roca viva o sucia; un simple tarp ligero o la propia funda del arnés como “alfombra” prolonga años de vida. En zonas de vuelo térmico con despegues polvorientos, sacudir antes de guardar ahorra abrasión interna.

Señales de que su rutina funciona

Una vela que infla sin resabios, bocas limpias, varillas rectas y tejido sin marcas de compresión son el mejor indicador. Si, pese al cuidado, aparecen arrugas persistentes en la nariz, puntos de delaminación o olor a humedad, revise su protocolo. Y no olvide que el almacenamiento es sólo la mitad de la ecuación: inspecciones periódicas de porosidad y trim, realizadas por un servicio técnico, mantienen las prestaciones que el fabricante diseñó.

Guardar bien un parapente moderno no es una ceremonia: es disciplina cotidiana. Seco, a la sombra, sin compresión innecesaria y con plegado concertina respetuoso. Ese ABC, aplicado con constancia, se traduce en inflados más limpios, perfiles íntegros y, en última instancia, vuelos más seguros y placenteros. Porque la mejor mejora de rendimiento sigue siendo, a veces, el cuidado inteligente del material.

Parapente Sopelana

Desde los inicios del deporte del parapente, Parapente Sopelana ha estado ahí, con los pioneros. Décadas de trabajo que hacen de nuestro proyecto una magnífica elección si quieres descubrir el vuelo biplaza en el paraiso de las playas de Sopelana. Tanto si quieres dar un excitante paseo, como si quieres profundizar más en el mundo del vuelo libre, Parapente Sopelana está aquí para atenderte, aconsejarte, acompañarte. Siempre con los mejores profesionales y en total seguridad.

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